martes, 8 de noviembre de 2011

Hacía muchos años que no había vuelto a abrir mi piano, ni tan sólo por curiosidad por saber cómo sonaba una nota, o simplemente saber si seguían allí todas las teclas. Casualmente en una cena con concierto me reencontré con algo que me había gustado siempre y que había empezado a disfrutar desde los cuatro añitos. No había vuelto a escuchar ni tan sólo oír un piano desde que, con toda la sensación de haberme liberado de un peso que llevaba encima durante demasiado tiempo, había cerrado la tapa del piano. El concierto fue increíble, recuerdo la Polonesa de Chopin, pero la que más me emocionó, con lágrimas imparables al canto ;-) fue Asturias de Albéniz. Casi no podía ni respirar de la emoción y de la sensación que me devolvía el piano.
Así que de camino a casa recuerdo que había una luna llena preciosa, un cielo muy especial, y me dije: pues vas a hacerlo de nuevo.
Y allí me tienes, en mi nueva casa, con un piano viejo, desafinado, empezando a tocar Asturias. Ni recordaba cómo poner las manos, ni los dedos... y venga insistir. Me veía muchas veces casi derrotada e incapaz de tocar tan solo los primeros pentagramas. Empecé haciendo trampas :-D, en dos escalas diferentes... pero ya me parecía mucho más que suficiente. Con el tiempo me dí cuenta de la emoción de tocar nuevos acordes, sonidos inesperados, extravagantes, y a medida que iba avanzando todo iba mucho más rápido y más cómodo. Acabé la pieza y con el tiempo se ha ido mejorando. Luego vino Claro de Luna de Beethoven, luego Lacrimosa de Mozart y ahora estoy con Consolacion de Liszt. Otro día contaré por qué Liszt, eso es una historia, una señal preciosa que seguro no es casualidad, que tengo pendiente de resolver.
Siempre que he empezado nuevas piezas he pensado que no voy a poderlas tocar nunca. Es curioso, al final te das cuenta que el que la sigue la consigue, y que ponerle ilusión y entusiasmo a las cosas, más cuando te llenan por completo es la manera de llegar a una gran meta. Nadie me hubiera dicho cuando dejé de tocar el piano que sería capaz de tocar piezas así, y ya ves... Bueno, ver, ver ya verás. Voy a grabarme en vídeo y colgar todas estas piezas. Prometo no poner caras raras ni hacer tonterías ;-) 


Pues este es el primer post de este nuevo blog, ya veremos qué rumbo lleva y cuánto tiempo está vivo, pero desde luego sí que voy a disfrutar de escribirlo y compartir cosas con gente a la que interesen y apasionen estos temas. El poder contagiar alegrías o ilusiones a quien lo aprecia para mi es sencillamente maravilloso. 

2 comentarios:

Alicia dijo...

Esta historia es preciosa. Las cosas bonitas, sí, se tienen que compartir.

Me encanta la idea de escribir un blog, yo no lo hago ni lo he hecho aún, ni lo haré, vete tú a saber por qué, pero por supuesto que seguiré este :)

Enhorabuena my friend!

Tania dijo...

Yo también pienso que se tienen que compartir cosas bonitas con las personas a las que esas mismas cosas les puedan parecer bonitas